(artículo pendiente de revisión)
Los dos cerros sobre los que se asientan Castillo, baluartes de la Ciudadela y ciudad (Castellciutat) estaban fortificados desde tiempos remotos, debido a su peculiar posición estratégica. Igual ocurriría con el tercero en discordia, más al Norte (ver foto), donde se sitúa la Torre de Solsona. Según Pascual Madoz, el castillo es posible que se trate de la fortaleza romana de Bergio, a la que alude Tito Livio. Fue arrasado por los invasores musulmanes, encabezados por Abd al-Malik, en el siglo VIII (año 793). Curiosamente, de este núcleo de población surgiría posteriormente un arrabal en el llano, que crecería en importancia hasta llegar a ser la actual Seo de Urgel, donde se construiría la catedral (la seo), centro del poderoso obispado y la comarca. De tal manera, la actualmente modesta pedanía de Castellciutat fue germen de La Seu d’Urgell.
A partir del siglo IX el castillo sería la residencia de los condes de Urgel. En 1135 el conde de Urgel, Ermengol IV, cede Castellciutat al vizconde de Castellbó. En 1190 le da permiso para construir un castillo; probablemente, una reconstrucción sobre los anteriores restos. Este es el actual hotel, la fortaleza intermedia del complejo defensivo.
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Para hacer frente al peligro proveniente del otro lado del Pirineo (invasión francesa de 1691), bajo la batuta del ingeniero italiano Antonio Borsano, empieza en el año 1692 su transformación, que se prolonga a los primeros años del siglo XVIII. Se amplía la fortaleza, dotándola de cuatro baluartes, llamados ‘Andorra, Guzmán, San Armengol (todos terraplenados) y el medio baluarte vacío, San Juan’. En la Guerra de Sucesión se hallaban allí fortificados 140 hombres, al mando del general José Moragas (Josep Moragues). Significados a favor del archiduque austríaco como sucesor al trono de España frente al Borbón Felipe V, terminaron rindiéndose en el mes de septiembre de 1713.
En 1849 se decía de él que era “castillo muy fuerte, tanto por su buena posición, como por la solidez de sus cinco baluartes que lo defienden. El macho que domina todos los baluartes contiene los almacenes de artillería y víveres y se halla bien preparado para la artillería”.
Fue fortaleza en uso durante las Guerras Carlistas. Pasó muchos años abandonado, hasta su recuperación y adaptación para su uso como cuartel, tras la Guerra Civil (1936-1939). Sin embargo, el Ejército lo desocupó en torno a 1950. Quedó vacío hasta que, en años más recientes, tras diferentes avatares, fue comprado por la familia Tapies y se convirtió en el actual hotel.
En torno a los años 60, el Ejército vuelve a las colinas de Castellciutat, tras haber estado inicialmente situado en La Seu. En esta ocasión, se ubica sobre la Ciudadela, fortificación del siglo XVIII (establecida sobre restos anteriores: la conocida como Torreblanca), que aún muestra su estructura: hornabeque protegido por un revellín ante sí, torre Este y dependencias posteriores muy enmascaradas con las construcciones cuartelarias, y la señera torre vigía o torre del homenaje, en el centro del antiguo patio de armas.
Tras ponerse en funcionamiento como acuartelamiento de tropas de montaña en los años 60 (siglo XX), el cambio de los tiempos (desaparición del servicio militar obligatorio, reducción de efectivos, reestructuraciones) determinó la pérdida de su condición militar hace ya varios años. El Regimiento se trasladó a San Clemente Sasebes (Sant Climent Sescebes), en Gerona, las antiguas instalaciones del CIR nº 9. Tras un amplio período de abandono (los actos de vandalismo son evidentes), en la actualidad una parte de sus edificios alojan una escuela de hostelería, gracias a lo cual algunas de las instalaciones cuartelarias se mantienen o rehabilitan. El resto permanece en total abandono y daño.
Desde ser levantado como antiguo castillo, su posterior papel en las diferentes guerras que han marcado el solar de Hispania, hasta la actual escuela o establecimiento de hostelería, la fortificación ha visto en sus piedras numerosas y no siempre afortunadas intervenciones.
Para quienes pasamos allí una parte de nuestras vidas, no dejan de ser los muros que cobijaron por un tiempo nuestras penas y alegrías; conversaciones, compañeros, instrucción, sueño, sabañones y un sinfín de experiencias que aun hoy día, pese al tiempo transcurrido, siguen siendo parte de nuestra existencia. El olor a montaña, aroma de Pirineos y Cadí, las aguas del Valira y… el olor a mulo, no abandonaron nuestra memoria.
Desde aquí mostramos nuestro ferviente deseo de que el cuartel y castillo de Castellciutat continúe su larga andadura (con los usos que le depare el futuro) por muchos siglos más.
Sus piedras, por siempre, llevarán nuestros recuerdos.
'General Bautista Sánchez'
Ese fue el nombre que recibió el acuartelamiento. Pero, ¿quién era el General Juan Bautista Sánchez González?
Había nacido 12 de noviembre de 1893, en Íllora, pueblo de la comarca de Loja, en la provincia de Granada. Moriría el 30 de enero de 1957 en Puigcerdá, provincia de Gerona.
Tras pasar por la Academia Militar General de Zaragoza, fue destinado a Marruecos, entonces protectorado de España. Participó en el Desembarco de Alhucemas (1920), el primer desembarco aeronaval de la historia. Se sublevó en Melilla el 17 de julio de 1936, sumándose al denominado Alzamiento Nacional contra el gobierno de la II República; alzamiento o sublevación que desembocaría en una larga guerra de casi tres años. Media España enfrentada a la otra mitad.
Como Teniente Coronel, Bautista Sánchez tomó parte en algunas de las batallas más significativas de la Guerra Civil (Brunete, Teruel, Ebro...) Entra en Barcelona el 26 de enero de 1939. El día 1 de abril de ese mismo año finaliza oficialmente la fraticida Guerra Civil española. Tras acceder al generalato en 1939, el 14 de octubre de 1949 es nombrado Capitán General de Cataluña, puesto que desempeñará hasta su muerte, en circunstancias no del todo aclaradas (oficialmente, un ataque al corazón). Se encontraba a la sazón alojado en Puigcerdá, con motivo de visitar un destacamento militar.
Como militar de profundas convicciones monárquicas, se mostró partidario de la restauración borbónica en manos de Don Juan, padre del actual rey Don Juan Carlos I. Se pretendía desplazar al General Franco, finalizar la Dictadura, dando paso a un gobierno de transición donde el General Bautista Sánchez sería el presidente inicial. La restauración de una monarquía constitucional habría sido el siguiente paso. En esta tesitura le encontró la muerte, inopinadamente. Según Francisco Franco Salgado-Araujo, primo y secretario personal del General Franco, el dictador tenía pensado destituirle ("Mis conversaciones privadas con Franco").
Al margen de sus opiniones personales, excusables o condenables, lo que no podemos obviar ni minimizar es la demostrada valía personal y militar, el alto sentido del servicio que, a lo largo de su vida, fue una constante del General Bautista Sánchez.
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El cuartel, Ciudadela, desde el aire (Google Maps) |